lunes, 20 de diciembre de 2010

La madrugada del 19 de Diciembre, Texmelucan.

Yo dormìa luego de un sábado que había demandado algo de energía y esperaba despertar el domingo siguiente un poco más tarde de lo acostumbrado. Antes de las seis de la mañana escuché a mi mamá subir las escaleras, acostumbrado a despertar a las 5:30 de la mañana todos los días mi sueño era lo suficiente ligero como para detectar sus discretas pisadas, su andar madrugueño. No desperté sino hasta que unos minutos después de escucharla subir tocó a la puerta de mi recámara, abrió con tiento y me dijo en voz baja pero alarmada algo que recuerdo sonaba a "creo que explotó la petroquímica, hay un incendio y se ve grande ¿qué hacemos?" Supongo que le dije que no pasaría nada, que era poco plausible que la petroquímica explotara, además muy en el fondo de mi subconciente yo sabía que dicho complejo queda a más de 4 kilómetros de nuestra casa. Vivimos a una cuadra del centro.
Estaba por quedarme dormido una vez más cuando una voz femenina en la calle me hizo reflexionar un poco "cierren sus tanques de gas" gritaba a todo pulmón pero sin histeria. Finalmente me levanté más por curiosidad que alarma, pude escuchar encamorrado los vecinos en la calle, autos que pasaban frente a la casa, voces que parecían lejanas. Me puse una chamarra, mi bata, una bufanda y mi gorro, subí las escaleras al cuarto que da a la azotea. Los perros (dos schnauzer) no hacían ruido, aunque yo no había caído en cuenta de ello. Mamá estaba ahí de pie en la oscuridad del pequeño cuarto con el resplandor naranja, mortecino, iluminando parcialmente su rostro. Algo me dijo, su voz tensa, su actitud física de angustia total.
Le dije que había que cerrar las llave del gas estacionario, y que debíamos guardar calma, que no iba a pasarnos nada. Vi las llamas a través del ventanuco que hay para ventilación simple. Las llamas brillaban, aún era de noche y la columna de humo se perdía en el vano del marco. Dije algo sobre el color del mismo, pensando que si se ponía blanco mientras ardía corríamos riesgo de intoxicación química peligros y tendríamos que sellar la casa y considerar salir de ahí. Medí la distancia con premura. La casa está ubicada a unos 300 metros del río Atoyac que corre paralelo al boulevard Jalisco, al cual le cambiaron el nombre por el de un profesor que nadie recuerda y que jamás podrá pasar a la memoria ya que nadie usa ese nombre para referirse al bulevard Jalisco. Si seguimos el caudal del río, hoy contaminado hasta las cachas por los asentamientos, una vez irregulares, que están cruzando el río hacía el norte, llegaremos al puente colorado, como a un kilómetro de distancia de donde estábamos ubicados. Este puente cruza el río y da a una intersección que lleva a una calle paralela al Atoyac donde ahora están las habitaciones, aún ruinosas y mal trazadas; a una calle que pasa por atrás de una unidad habitacional ubicada a un costado del supermercado y a su vez, a la avenida san Damián, que nos lleva a la salida a Tlaxcala, Villalta y a la derecha hacía San Lucas "el chico", donde hay una estación de gas LP.
El camino hacia san "Luquitas" como le llama la gente está flanqueado por comercios irregulares, puestos mal pertrechados, callejones y conjeturo, pero casi estoy seguro, de casas mal construidas, asentamientos irregulares y basura,. Se convierte en u8n día de la semana en un hervidero de gente que comercia fruta, verdura y demás productos que recuerdan a un Tlatelolco azteca pero sucio y desordenado. Los martes el tianguis llega hasta allà. Cuando asomado por la pequeña ventana mis cálculos me indicaron que el incendio se llevaba a cabo del otro lado del río se lo hice saber a mi cada vez más angustiada mamá, le aseguré que no pasaría nada, que estábamos a salvo de las llamas. La voz se le quebró cuando estalló uno o dos tanques de gas y las llamas subían y se avivaban. Le aseguré que no llegaría el fuego, mientras repasaba mis cálculos mentales.
Abrí la puerta del cuarto de 2 mts por 2 mts y le dije algo similar a "no salgas, voy a cerrar la llave de paso". Salí con las llamas a mi costado derecho, no miré directamente, me dirigí al tanque estacionario, de sus casitas salieron los perros asustados. Caminé quitándomelos de encima, abrí la pequeña puerta de metal y cerré la llave. Estaba casi en la orilla de la casa y en la calle aún se escuchaba a la gente gritando, sin dicción ni calma, inteligible balbuceo en pánico que me hizo retroceder. Di vuelta para regresar al cuarto donde una muy nerviosa mamá me esperaba y me dio en la cara como el aliento de una tortillería. Mi campo de visión no podía abarcarlo todo, tuve que hacer un paneo de izquierda (norte) a derecha (oriente), una franja de fuego se levantaba unos 400 o 500 metros en el aire, intensamente naranja y amarilla en la base, rojiza mientras se alzaba mezclándose con un denso humo negro aterciopelado. Era más intensa justo en donde debería quedar el puente Rojo, a más de 1000 metros... quizá un poco más. Entonces subí la mirada y como un monstruo que lengueteaba la atmósfera subía moviéndose en bolsas de polutas negras, grises, serpenteando con las corrientes de aire, a una distancia que no pude calcular, varios kilómetros seguramente.
Me congelé un instante, anonadado por el siniestro espectáculo frente a mis sentidos; no escuchaba ya los gritos, un segundo olvidé que mi madre estaba dentro, que los perros me brincoteaban en las piernas, frente a mí un infierno de kilómetro y medio de largo, casi medio kilómetro de alto y una bóveda de denso humo mortecino se comía las estrellas. Hablaba, con una voz baja, un murmullo grave que retumbaba en el aire casi imperceptible, se escuchaban explosiones que alimentaban las bolas de fuego.
Regresé a mis sentidos, y entré al cuerto con mamá. Le dije que había que tomar precausiones, le volví a decir que no pasaría nada. Me preguntó si nos íbamos a ir, le dije que no, que primero teníamos que seguir un protocolo de seguridad. Yo y mis lecturas, siempre apegado a los procedimientos. Vamos, le dije, hay que bajar el switch de la electricidad, si vamos a evacuar tenemos que hacerlo bien. Ingenuamente esperaba aviso de las autoridades. Ella de hecho permaneció en el cuerto viendo el incendio mientras yo bajé, busqué una lámpara, mi móvil, los audífonos del mismo para sintonizar la radio. Ya no había elecricidad sin embargo corté el suministro. Saqué unas velas, tomé unos cerillos y unos vasos para veladora. Conecté los auriculares e intenté sintonizar. Sólo había música en la radio local. En la calle motores de autos, precipitados, gritos, balbuceos incoherentes. Estuve a punto de salir y estúpidamente preguntar si ya había aviso de evacuación. Puedo ser a veces demasiado imbécil y creer que la vida tiene tanto orden como el que yo quisiera. No lo hice, armado con la linterna, habiendo sacado velas, cortado la electricidad, subí a decirlme a mamá que no había comunicación. Envie un mensaje de texto a Puebla pidiéndo investigaran qué había sucedido. Realicé una única llamada telefónica, la única que vino a mi corazón.
Le indiqué a mamá que se vistiera, que saldríamos de ser necesario llevando todo lo necesario. Juntamos nuestros documentos, y mientras hacíamos esto entró una llamada a la línea de la casa. Una prima nos pedía que fuéramos a su casa a pasar la crisis. Yo reflexioné que sería lo mejor para nosotros, además, en su casa había electricidad y algo que parece un cliché pero es bien importante: Internet. Hice una maleta, sólo por procedimiento de crisis, una sola muda de ropa para mamá y para mí. Dinero, identificaciones, bien tapados sacamos el auto, regresé a cerrar todo con llave y candados. Sin información no podía saber cuáles serían los procedimientos de seguridad, no sabía si nos evacuarían, si era un derrame químico peligroso, si era sólo combustible, no sabía nada excepto lo que mi sentido común decía. Pasó bastante tiempo, para cuando salimos el humo estaba tornándose blanco y las llamas cedían.
Recuerdo haberle dicho a mamá para calmarla que Pemex tenía estrictos protocolos de seguridad, que los bomberos eran eficientes, que el fuego estaba controlado. Seguía pensando que tal vez, sólo quizá, podría haber riesgo de intoxicación que ameritara salir de la zona. Llegamos a casa de mi prima y finalmente pudimos escuchar en la radio los primeros reportes, los cuales jamás salieron de la radiofusora local que quedó como una completa incompetencia para dar servicio social y civil, a la cual jamás se acercaron miembros de protección civil para dar aviso, mediocres incompetentes, inservibles públicos con un sueldo injustificado.
La mejor arma de información fue el internet, vía twitter pudimos mis sobrinos y yo informarnos de todo. Las líneas telefónicas funcionaban, las terrestres al menos, pude comunicarme nuevamente con las personas que importaban. Obtuve información de Puebla, quienes checaron vía internet. La información circulaba lentamente, a cuentagotas y ya habían pasado más de 2 horas desde el primer fuego. Los rumores comenzaron, frases impertinentes, insensatas de gente sin preparación ni sentido común "San Martín en llamas". En mi camino a la casa de mi prima vi gente en las calles en pequeños círculos de rumor y desinformación. Platicaban y seguramente ejercían la peor de las acciones comunicativas: conjeturaban. Gente en pijamas, con cobijas en sus espaldas esperaban Dios sabrá qué. Ah, y los mirones. De dónde salen no lo sé, quiénes son y por qué no tienen otra cosa que hacer excepto mirar, es un misterio. Antes de las 9 am ya estaba todo en calma, los medios habían dicho que la situación estaba controlada. Una vecina de mi prima llegó y comenzó una retahíla de comentarios absurdos, conjeturas aventuradas y anécdotas de actos compulsivos y poco meditados. Confirmé mis sospechas sobre los círculos de rumor en las calles.
Mamá ya calmada, yo con café en mi sistema y un par de rebanadas de pizza, salimos de ahí a antes de las 10 am. Intentamos pasar a comprar alimento, leche, sólo para descubrir que ni un sólo comercio estaba abierto alrededor de las 10 de la mañana. Ni uno sólo.
Rapido como sucede en este país pasó la alarma, los vecinos que en pánico habían huido muy temprano regresaron a sus casas. Yo vi portones y zaguanes abiertos, reflejo de lo irracional del miedo. Aquí termino la primera de mis reflexiones en torno a lo sucedido, únicamente desde mi punto de vista, con lo que yo  percibí y atestigüé. No intenta ser una pieza de redacción noticiosa ni una crónica de lo acontecido. Sólo una anécdota digna de narrarse, y quizá, de leerse.

D. Mendoza
20 Diciembre, 2010.


*He detectado un par de faltas ortográficas por las que me disculpo.

viernes, 17 de diciembre de 2010

Red

Leyendo sobre redes sociales y la manga del muerto, que son piezas de ese rompecabezas sin fin que se contruye a diario en torno a la comunicación interpersonal, pero también intrasocial, mas no presencial reflexionaba en mi viejo status de misántropo cuando pasaba mis tardes frente a una hoja en blanco dibujando historietas que un puñado de gente leía (y todos familia), escribiendo en una vieja Olivetti azul cuentos que nadie leía y que hoy están perdidos pero no irrecuperables gracias a que mi cabeza alberga absolutamente todo lo que he escrito. CUAZ, te cae el veinte, la red es como tu cabeza. Antes de que hubiera Web ya tenías en tu mente todo un feis con la gente que te importaba, tus profes, vecinos y demás; guardabas canciones y álbumes enteros, conciertos que jamás salieron a la venta, grabados en tu disco duro del hipotálamo la amígdala y los lóbulos dentro de ese apéndice llamado cabeza.
Docenas de libros, cientos de películas y aún mejor, lo imbajable (undownloadable): Olores, sabores, sensaciones, emociones, sentimientos y la conciencia de saber que alguien está viendo por ti, que alguien piensa en ti, que a alguien le importas. Todo eso en la red de tus neuronas, inimitable, irreproducible y con las mismas ventajas de la Web, incluido el WiFi ¡deveras! ¿o no has vuelto la mirada a una persona e intercambiado archivos vía WiFi enriquecido con complicidad, emoción, sentimiento y una pisca de ti (y del otro). A donde quiera que vayas toda esa red va contigo y puedes accesarla en el momento que quieras. Te sabes las historias, los colores, olores, sonidos, etc. y en cualquier momento puedes narrarla, o bien dibujarla, escribirla, reescribirla y compartirla.
Conozco muchas personas que aún conectan su red a la Web y comparten todos esos archivos, sin passwords, ni captcha, son los verdaderos constructores de la interconoectividad. Podrán haber muchos que diario bajan, que diario votaan, que diario comentan, pero sólo unos cuantos se comparten, dejando en la web huella de su red, que la usan para expresar que son seres únicos, que no necesitan de un ejército de anónimos que estén diciéndole con ceros y unos lo mucho que se entienden pero sin compartir nunca esos archivos que jamás podrán convertirse en código binario.

jueves, 2 de diciembre de 2010

Caja Idiota

Nací a fines de los años setenta, crecí con un auge impresionante de televisión de influencia completamente norteamericana. Cuando eres niño las letras BBC no significan nada, y Deutchwelle es una marca de hot dogs. Viendo Las Aventuras de José Miel, Automan y Los Tranformers uno crece con una visión irónicamente ecléctica pero al mismo tiempo de embudo. Canal cinco e imevisión no ofrecían nada más allá de series gringas, sitcoms, anime y caris de Filmation. De todo el volúmen de TV que mi hermana y yo vimos creo que lo mejorcito fueron los Looney Toones y una amplia gama de caris de los hoy occisos Joseph Hanna y William Barbera. Uno crece y los gustos no mejoran, sólo cambian. La TV se adapta a la sociedad dándole lineamientos de estilos de vida, sin embargo Gubern nos plantea que es la sociedad la que inadvertidamente cambia la TV.  Una serpiente que se come su propia cola. La sociedad tiene el poder de rechazar algo que no le gusta, pero también la TV se "monta en su macho" y puede hacer que nos guste a fuerzas.
Yo soy adepto de esta última idea. Soy un cheloveco rutinario, y me guío más por la programación en TV que por el reloj en mi muñeca o en la pared. Es genial poder despertar en el segundo episodio de Kim Possible y estrar a bañarse en cuanto termina. Enciendes la TV en la cocina y mientras desayunas ves Friends, se termina el episodio y te lavas los dientes, tomas tus cosas y sales de casa. Años he manejado mi vida en torno a la hora en que comienzan y terminan los shows en el tubo. Cuando tengo suerte pasan algo que me gusta, cuando no, no me queda de otra que ver el telediario. No me desagrada pero tampoco me cuenta una historia, no una formal, con introducción, desarrollo, nudo y desenlace. El telediario adolece de un elemento que a mí me es esencial, la Diégesis.
De repente, la gente tras la TV se da cuenta que no nos gusta un show sino un tipo de show. Surge entonces el género, donde podemos ver a la misma gata revolcada y adaptándose miméticamente a la tendencia que ella misma va sugiriendo con el paso de cada temporada. A últimas fechas ya ni siquiera se toma la molestia de crear nuevos personajes bajo un modelo, se chuta un refrito. Entonces surge en el telespectador la necesidad. Como la mía, de que rija mi horario. No voy a ver lo que quiero, voy a forzarme a ver lo que me pongan, y escogeré el canal donde pasen el género de mi predilección ¡y todos ganan! (not). No puede ser que estemos tan acostumbrados a ver TV y ahora a "criticar" la TV a tal grado que nosotros nos convencemos de que nos gusta lo que nos presentan. Ver la tele se ha convertido en un acto cotidiano que compartimos con los demás, por farolear, por demostrar nuestra personalidad, por obtener reconocimiento, por vernos reflejados en ella, por "distraernos" y "divertirnos" (que es lo mismo) o sencillamente porque lo hacemos desde quién sabe cuándo.
Tenemos de repente un programa de televisión de Zombies sólo porque hay mercado para ello, y nada más. Una muestra de mercado basta para hypearlo y que se exienda a personas que con curiosidad lo ven para saber de qué se trata el Buzz y se ven "atrapados" por el show cuando en realidad ellos mismos se convencieron en un efecto placebo de que es genial. Y no lo es.
The Walking Dead es un ejemplo de cómo un concepto que tiene unos 50 años en los medios que no son mainstream puede echarse a perder cuando llega a la pantalla del televisor donde la caca brilla. El niño de primaria que veía caris y el adolescente de las series estúpidas pero cool pasó unos años en la Uni y cuaz de repente se da cuenta que teniendo tantos libros con una estructura narrativa verdadera y realmente apasionante, la tle muestra cosas que no tienen el mínimo contenido. Desepcionante. Nos tienen frente al tele en actitudes de "guau" y "yeay" cuando está lejos de serlo. Imita al cine, al buen cine, y arranca las mismas expresiones vácuas.
No niego que sigo disfrutando la caja idiota. Pide mucho y da muy poco, y sin embargo hoy creo que con un poco más de conciencia la dejo entrar en pequeñas dosis a mi vida, esperando llegue el día en que me desintoxique de ella y pueda, gracias a la apertura del internet, buscar verdaderos programas de tele que tengan contenido y significado. Los hay.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Graindhouse

No existe palabra, que yo conozca, para definir o llamar en español al Grindhouse. No es ni fue un género bien visto en nuestro país. Recuerdo que algunas de esas películas, que no califican como serie B, pero tampoco eran pornográficas, llegaban a algunos cines que generalmente mostraban porno. Filmes de mal gusto, producidos con poco presupuesto que mostraban temas revueltos entre horror, explotación, sexo, acción ó aventuras adolescentes (mezcladas con las anteriores). Creo que es porque nunca fueron del agrado de la mayoría de la gente que jamás recibieron un mote. Muchas fueron a dar a los betas y ve-ache-eses de los antigüos VideoCentro y VideoVisión, aunado a los videclubes locales que había en cada ciudad, pueblo y rancho del país a mediados de los años ochenta. Estaban normalmente en la sección de terror o en la de acción. Filmes que mostraban generalmente algún tipo de violencia y que en mi consideración personal no calificaban como un género específico, excepto claro, el de grindhouse.
Algunos de estos filmes pisaban más un género específico y se volvieron cintas de culto que dejaban atrás su estatus de grindhouse, como Texas Chainsaw Massacre y me atrevo a calificar a Mad Max como una producción cercana a este subgénero. Lo que sucede es que ya estamos acostumbrados a ver estas películas dentro de un género más comercial y definido. Sin embargo observando bien su diseño de producción y temas, bien podrían caer en ese escaño. Los filmes grindhouse han sido traídos a la luz del mainstream gracias a Tarantino y Rodríguez quienes eran adolescentes en las épocas donde el grindhouse se proyectaba en cines vía los famosos double features que en México se llamaban simplemente permanencia voluntaria, ya que la función doble fue muchos años un hecho no promocional, así se programaban las pelis. Entrabas a las 4 pm (no habaía necesidad de checar horarios, a esa hora abría el cine) y salías a las 8 pm. Pasabas a la tiendita de junto o de camino a comprar refresco, dulces, papitas o bien en ocasiones había una señora junto al cine vendiendo semillas y otras cohinadas. Era bien ·grindhouse" entrar a la sala y que bajo tu asiento hubiera un cerrito de cáscaras de pepitas.
Mi papá cuenta SUS hitorias del cine, donde incluso ese señor de las semillas pasaba por los pasillos. Yo cuento las mías, además desde la perspectiva de un chamaco de pueblo que adoraba ir a ver una función doble de VanDamme o de artes marciales con el hoy (fílmicamente) occiso Jeff Speakman. Así que eso del grindhouse que es una gringada, a mí sencillamente me parece que son churros, o bodrios, que ofrecían violencia gratuita, escenas de sexo sin que calificaran como porno e historias incoherentes y sin trama que intentaron ocupar un espacio que en México durante esa década, (que como diría Dickens fue el mejor de los tiempos y el peor de los tiempos), fue llenada por kilos de basura de los Hnos. Almada y las sexycomedias del Caballo Rojas y su tropa de adefesios fajoteando encueratrices[sic] al ritmo de música populachera.

sábado, 20 de noviembre de 2010

Expectativa

"Déjenos ver película profe, porfa' porfa'..." fue la frase que comenzó todo. La peli que querían ver era Actividad Paranormal 2, una copia espantosa filmada con una videocámara en una sala de cine española y doblada al castellano. Mi respuetsa fue tajante "no, no les voy a dar tiempo de mi clase para ver basura y además basura mal copiada". Tristes tuvieron su clase de Pensamiento Crítico que ahora que lo pienso no les ha servido de nada si les emociona tanto ver actividad paradormir. Medité al respecto y puedo venir a mi espacio virtual y exponer mi hipótesis.
Estos adolescentes se ven emocionados ante un filme que a mi paecer no tiene nada qué ofrecer. Filmado en formato documental, muestra dos tipos de toma: La de cámara de seguridad y la de entrevista a los involucrados. Las de "miedo" son las primeras, y como son por la noche están filmadas con night shot en un espantoso verde que además hace que la calidad y textura del filme se redusca como si hubieran filmado con un teléfono móvil. Lo que les espanta (y se espantan, lo vi) es que una toma seguida de varios minutos que muestra a una pareja dormida en su recámara de repente se ve perturbada por movimientos "paranormales" como una sábana que se mueve "sola" o el hecho de que aparescan pisadas en talco esparcido por el piso.
Umberto Eco define una toma repetitiva como un nuevo tipo de pornigrafía. Una escena donde la cámara no se mueve pero más importante, los sucesos o actos dentro del encuadre tampoco se mueven. Es decir, no hay una trama, no hay suceción o secuencia de actos que muevan la historia. En resumidas palabras, no hay diégesis.
La mayoría de las tomas de ambos filmes (el primero tuve la mala idea de verle) son pornográficas, un sólo encuadre y un par de personas dormidas sin que suceda algo. Porque ver como parecen pisadas en talco o que les quiten la sábana no mueve ningún hilo de la trama, no nos conduce a ningúna narración. Lo que buscamos con el arte cinematográfico es una secuencia de tomas, editadas entre sí, para acomodar una narración que de acuerdo al sentido del guión y/o la dirección nos transporte a través del desarrollo diegético de los personajes y los sucesos que realizan o en los que se ven inmersos para el desarrollo de una introducción, un desarrollo, un nudo y finalmente un desenlace. Tenemos más de dos mil años contando historias y el Ars Poetica igual cantidad de tiempo explicándonos cómo funciona dicho ejercicio de contar cuentos. Ha sido tarea de miríadas de filósofos, filólogos y artistas perfeccionar este arte para que actualmente tengamos en las salas de cine una expresión fílmica carente de una trama. Es como una colección de gags, o chistes pero que se supone dan miedo.
La Risa en Vacaciones se convierte en El Miedo en La Recámara. Genial. Ahí es donde entra el dicho "en gustos se rompen géneros", y no voy a hablar en contra de quienes disfruten una peli sin historia, sin fotografía y básicamente sin edición, porque tiene sentido que unos adolescentes puedan disfrutar de algo tan deshilvanado si sus vidas son una colección de snapshots malpegados y hechos con mensajes de texto, comentarios en el muro del facebook y pláticas variopintas de chismes escolares. La hipótesis plantea que les gusta espantarse con esa colección de momentos de "espantos" que toman como ciertos cuando es una producción más de hollywood (y una mala producción) y que su inexperiencia, ya sea por la edad o su propia ignorancia no les permite darse cuenta que ese tipo de filmes no tienen chiste alguno. Todavía en mi época post-adolescente la Bruja de Blair aún si mal filmada y editada mediocremente narraba una historia que no concluía, pero tenía movimiento. Este subgénero mediocre ha decaído mucho, provocando que miles de adolescentes (y adultos con esa mentalidad) se entretengan con filmes que sólo me hacen concluir que estas personitas no leen. La lectura construye la necesidad de una hilación y coherencia entre los actos y etapas de una narración. Es cine para las masas iletradas.

martes, 2 de noviembre de 2010

Los Muertos Caminantes

Ayer por la noche, 1 de Noviembre, transmitieron por FOX en México el primer episodio de la serie The Walking Dead producida y dirigida por Frank Darabont. Todos los aciertos que esta serie tiene están en su contra. La razón por la que digo esto es porque los zombies siempre fueron un tema "underground" un sub-género jamás respetado y siempre hecho a un lado. Desde las épocas de EC comics con Tales Of Horror que incluían temas de profanadores de tumbas y asuntos similares ha sido un asunto de literatura barata, cine serie B y hasta hace unos años, nadie se había tomado la molestia de crear literatura al respecto, excepto quizá los clásicos góticos y los Pulp al estilo de Robert E. Howard.
Crear historias de muertos reanimados fue mucho tiempo un tema tabú, considerado violento pero además algo contra-natura, atentando contra muchas creencias religiosas (de manera irónica ya que el cristianismo cree en la resurrección) y sobre todo el respeto que tiene para con los difuntos. Este tipo de género cinematográfico tuvo en un principio esencia terrorífica impertinente, para irse dando a nivel de parodia humana, contraponiéndose a manera de puesta en el espejo de carnaval. Recordèmos que el carnaval es todo alrevés y es siempre previo a la celebración religiosa del ayuno de cuaresma. Victor Hugo represanta el carnaval con la elección del Rey de los Tontos, el jorobado campanero de Notre Damme, y filmes como Carnival Of Souls sigue ese corte carnavalesco como figura literaria. El Thanatos ya no como una reflexión filosófica (Yorick en la mano del príncipe) sino como algo mucho más mundano, un tope o barrera a la verdadera resurrección y al rito de pasaje más antigûo de la humanidad. La transición de esta vida a la ulterior.
Es por ello que esas primeras películas de zombies no eran "populares" ni bien vistas, no tenían público amplio, y al no haber demanda, no había tampoco oferta, lo que provocaba que fuese un producto de bajo presupuesto y en muchas ocasiones sin un guión decente. El morbo de Hershell Gordon Lewis con la sangre, el choqueante cine exploitation de un Wes Craven en Last House On The Left, un Mario Baba, Dario Argento, quizá incluso un Lucio Fulci, un Roger Corman y en épocas más modernas, John Carpenter. Morbo y shock, eso era lo que vendían estos filmes hasta que Romero introdujo el elemento social, satírico, aunque en un principio bajo una espesa capa de sangre e intestinos. Se vendía, pero como la pornografía, a un público específico, no era mainstream, no era parte de la cartelera a todo público. México tenía su Grindhouse en los cines porno que a veces pasaban pelis de explotación y gore en exhibiciones dobles de permanencia voluntaria.
La TV, antes cuna de guiones baratos y producciónes Low Fidelity (entretenidos, ingenuos y divertidos), hoy es semillero de grandes producciones para la creación de excelentes pedazos de mierda que se ven apetitosos, pero cuando los consumes es pura espuma, como la cocina molecular de los Chefs europeos. Sin sustancia, sin contenido. The Walking Dead tiene dos talentos, Tattersall en la foto y a Darabont en la dirección, y se ve como una hamburguesa en el exhibidor luminoso sobre la cabeza del adolescente barriento, pero cuando te la sirven y la muerdes, sabe bien, pero no tan bien. Para cuando llegas al último bocado te das cuenta que no estuvo ni siquiera tan buena como cuando diste esa primer mordida.
Justo hoy que no trabajé creí no había nada en la TV, sin embargo nunca hay nada, sólo que a la hora que estoy en casa me "obligo" a creer que veo algo bueno para justificar que la veo cuando tengo tiempo. Por la mañana, al medio día, es lo mismo que a las ocho, nueve de la noche. Pero es la basura hueca a la que estoy acostumbrado, cuyo consumo justifico porque no tengo más opción... excepto apagarla.
The Walking Dead es una buena serie, mientras esté junto a otras series. No puedo negarlo. Me gusta de hecho, y seguiré viéndola mientras la pueda bajar (no más verla en FOX censurada). Sin embargo es como mi época de Rammstein, es una mala banda, pero una mala banda que me gusta. No puedo decir que The Walking Dead es una buena serie de zombies, específicamente bajo el género, no lo es. La TV, hoy en día, tiene la capacidad de mejorarlo todo, sube los estándares de calidad a niveles muy altos... bajo ciertos parámetros. Bajo otros, echa a perder las cosas de manera colosal, les quita el "filo", les quita lo "sucio"... y hay cosas que deberían permanecer en su nicho.

jueves, 5 de agosto de 2010

Concepción Onírica

Vi por segunda vez Inception, mi reseña cinematográfica la pueden encontrar en El Atrio, pero resulta que a veces ese espacio no alcanza para poner todas las letras que quiero poner en la pantalla, ante ustedes. Tenía algo relegado este espacio así que decidía explayar aquí esos conceptos que no concuerdan del todo con el tono de una reseña. Si ya vieron la Peli se habrán dado cuenta que el concepto va más allá de simplemente la creación de mundos enteros oníricos basados en el diseño conciente. Los niveles de sueños, cual círculo del infierno, mientras más se adentran van avanzando (o retrocediendo) a partes de nuestro subconsciente donde se puede plantar una idea. Hacer una concepción. Debido a que es ahí donde pueden encontrar suelo fértil y subir a los niveles de la conciencia donde puede ser expresada en actos palpables. Pero de acuerdo a Nolan el último nivel, el sótano por así decirlo, es uno donde te pierdes si tu Yo no encuentra ya su regreso a tu cuerpo anclado a la realidad. El limbo, como lo exponen en el filme. Si uno se pierde en espacio soñado no diseñado y ahí convergen todas esas esencias (Yos) perdidas, estamos hablando de un lugar que es entonces, un subconsciente colectivo. La materia primigenia de la que están hechas todas las mentes, donde surgen todas las ideas, donde encuentran una planta como la de Juanito y las Habichuelas Mágicas y trepan hasta llegar a donde está el gigante, que consiente, realizará tareas que en ese subconsciente colectivo se queda únicamente como un sueño. Esto implica asimismo que todos tenemos el mismo potencial de encontrar La idea en ese vasto mundo donde te podrías perder construyendo y derribando conceptos que ni siquiera son tuyos. Existen, per se. Pero, al mismo tiempo, no; porque está en el nivel más bajo del subconsciente. De esta manera uno puede bajar a este lugar primigenio y plantar una idea, en nosotros mismos, crearla, construirla y luego encontrar el camino de regreso para realizarla. Ergo, por eso hay tantas ideas similares, por eso, no hay nada nuevo bajo el sol. Es como la biblioteca de la que hablaba Borges donde está todo lo que ha existido y todo lo que existirá. Es también esa playa de la película como el Libro de Arena y se te escapa entre las manos como cuando sueñas que encuentras algo preciado y por alguna razón sinrazón no puedes asirla o mantenerla contigo. Ahí abajo tomar la idea de otro no es robar. Ya que todas las ideas y construcciones son de todos, del colectivo subconsciente. Lo truculento es regresar y llevar a cabo la idea en el plano "consciente" de la realidad, y hacerlo con talento. Quien roba ideas concientemente, en el plano de la realidad o el primer plano del sueño, en realidad sólo está vistiendo una mona de seda, si es que siquiera logra que sea seda. Así que una de las cosas con las que me quedo luego de ver Inception es eso, que la genialidad no está en construir ideas yendo al limbo y jugar a ser dioses con el caldo primario de la existencia. La genialidad y el talento está en que tu idea sobreviva el viaje de regreso (¿o de ida?) al mundo donde podemos disfrutarlas orgaonlépticamente, a través de la percepción sensible física.
Diego Mendoza.
Ago 5, 2010.

domingo, 7 de febrero de 2010

Onírico

Sentado frente a la computadora intentaba poner en orden las ideas que en ese instante rondaban por su mente. Ella se hallaba lejos y la mitad de sus pensamientos estaban con ella, esto sin contar con que es con ella con quien platica las ideas para que estas tomen forma, y en ese preciso momento no la tenía a su lado para poder preguntarle. Se sentó sobre la cama y pensó por un momento en lo que había estado pensando durante la semana. Era, después de todo, cuestión de ordenar los elementos y como diría Borges, tan sólo se trata de ponerle lo de en medio al principio y al final.
Pero no se aclaraba el asunto, así que tomó un libro y comenzó, distraídamente, a leer. En el fondo de su mente estaba hilando, o al menos intentándolo, sus ideas. Se sumió en un sueño extraño, en el cual se veía a sí mismo en lugares en los que ha estado, con gente que conoce y en situaciones que pudieran ser normales. Pero siempre eran sueños bizarros. ¿Cuándo fue la última vez que tuviste un sueño realista? ¿cuándo fue la última vez que despertaste sin estar alterado? O bien sin querer continuar con el sueño, para ver qué sucede. Grotescos son en la mayoría de las veces y a pesar de su surrealismo, se sienten muy, muy reales.
Platicas con las personas, tocas los muebles y sientes la incomodidad de algunas prendas, como cuando usaste el chaleco antibalas. Sí, estabas usando un chaleco antibalas y lo peor del asunto es que no lo era propiamente. Era un trozo de tela con unas placas de metal. Pero no te lo podías quitar. Sencillamente no podías.
Sucede antes de despertar. A veces despiertas y te das cuenta que estabas soñando, te das la vuelta e intentas retomarlo. Y lo logras y logras alargarlo por espacio de una hora, en ocasiones más. Es un escape, un escape puro de la realidad, una fascinación morbosa por estar dentro de lo que no es real pero se siente como tal. Pero casi siempre es el escape de la verdadera pesadilla, hacía la pesadilla ficticia. Hacia el lugar donde todo aquello que es grotesco es verosímil, pero finalmente de alguna manera sabes que no te podrá hacer daño ¿O sí?.
A veces piensas que tal vez estás soñando. Que vives en un sueño y que cuando sueñas vas a la realidad por un instante, al laberinto del tiempo y el espacio que es en verdad este universo. Al caos. Donde no avanzas, ni retrocedes. Y te puedes mover hacía atrás o hacía adelante. Finalmente revisas lo que hay en la pantalla y te das cuenta que no has escrito nada y que has gastado tiempo en hacer nada. Lo mejor será despertar y volver a intentar poner los pensamientos y las ideas en orden...
¿Qué no estaba ya despierto?

El mejor lugar para leer.

El mejor lugar para leer.
Quien no entre al baño con una buena revista o libro ¿a qué entra?