¿Cuáles son las características del reanimado?
Recabando la información de varios testigos se llega la conclusión de que no tienen circulación sanguínea, tampoco funciones corporales y aunque “comen” no tienen funciones digestivas, testigos corroboran que a los apestosos que han comido mucho el estómago se les revienta, no van al baño, ni tienen otro tipo de reacción física. No sienten dolor, se les dispara, hiere y hasta quema sin que aparentemente sufran. No respiran aunque por alguna reacción que algunos han llamado acto reflejo aspiran aire, lo que da resultado al lúgubre “quejido” del zombi y a ese carraspear nefasto que sale de sus bocas. Al no tener circulación su andar es tieso, no se ha visto a ninguno correr y en grupos pequeños o individualmente se les burla fácilmente. No se sabe si tienen sentidos, mientras el zombi sea “fresco” aún puede ver pero conforme sus ojos van descomponiéndose pierden la vista, nunca se les ha visto mover los ojos, para mirar a otro lado siempre voltean —lentamente—, tienen muy buen oído y lo corroboran la mayoría de los sobrevivientes, el menor ruido les atrae. No sabemos por qué no se comen los unos a los otros, pero no lo hacen, comen sólo carne viva, normalmente tampoco comen animales pero hay un par de testigos que dan cuenta de haber visto un grupo de ellos atacar una vaca y despedazarla en minutos. Los perros y gatos normalmente no son tomados en cuenta. Los apestosos no se mantienen en grupos por motivos aparentes, aunque una vez establecida una “manada” raramente se separan. Los hay solitarios —llamados “solapas”— y los hay en grupos —llamados “Bola”— estos últimos son los más peligrosos ya que si bien uno sólo no es muy fuerte, no más fuerte que una persona normal, en grupos pueden llegar a ser una fuerza sumada de temer. Uno podría no tirar una puerta, diez con su esfuerzo colectivo sí. No trabajan juntos coordinadamente ni se ponen de acuerdo. Cuando uno detecta comida, los demás le siguen por mero instinto, pero no se ha visto que haya comunicación entre ellos, simplemente un vago sentido de instinto.
Recabando la información de varios testigos se llega la conclusión de que no tienen circulación sanguínea, tampoco funciones corporales y aunque “comen” no tienen funciones digestivas, testigos corroboran que a los apestosos que han comido mucho el estómago se les revienta, no van al baño, ni tienen otro tipo de reacción física. No sienten dolor, se les dispara, hiere y hasta quema sin que aparentemente sufran. No respiran aunque por alguna reacción que algunos han llamado acto reflejo aspiran aire, lo que da resultado al lúgubre “quejido” del zombi y a ese carraspear nefasto que sale de sus bocas. Al no tener circulación su andar es tieso, no se ha visto a ninguno correr y en grupos pequeños o individualmente se les burla fácilmente. No se sabe si tienen sentidos, mientras el zombi sea “fresco” aún puede ver pero conforme sus ojos van descomponiéndose pierden la vista, nunca se les ha visto mover los ojos, para mirar a otro lado siempre voltean —lentamente—, tienen muy buen oído y lo corroboran la mayoría de los sobrevivientes, el menor ruido les atrae. No sabemos por qué no se comen los unos a los otros, pero no lo hacen, comen sólo carne viva, normalmente tampoco comen animales pero hay un par de testigos que dan cuenta de haber visto un grupo de ellos atacar una vaca y despedazarla en minutos. Los perros y gatos normalmente no son tomados en cuenta. Los apestosos no se mantienen en grupos por motivos aparentes, aunque una vez establecida una “manada” raramente se separan. Los hay solitarios —llamados “solapas”— y los hay en grupos —llamados “Bola”— estos últimos son los más peligrosos ya que si bien uno sólo no es muy fuerte, no más fuerte que una persona normal, en grupos pueden llegar a ser una fuerza sumada de temer. Uno podría no tirar una puerta, diez con su esfuerzo colectivo sí. No trabajan juntos coordinadamente ni se ponen de acuerdo. Cuando uno detecta comida, los demás le siguen por mero instinto, pero no se ha visto que haya comunicación entre ellos, simplemente un vago sentido de instinto.