viernes, 18 de febrero de 2011

Veinte minutos.




Hace un par de días me sentí el profesor más frustrado de todo el país. Quizá porque soy el tipo de educador que realmente cree en su trabajo, y cuando me enfrento a un bonche de adolescentes que arrojan mi trabajo por la ventana eso puede traer consecuencias nefastas a mi ánimo.
Podría pensar que es resultado de haber dado la clase de metodología para la maestría en administración y que el nivel de mis clases estaba donde me gusta, o quizá que tengo buenos grupos a nivel licenciatura. Soy, como queda en evidencia, un profesor multifacético.
A los "prepos" les doy clases por dos razones que quedan escritas en un orden porque la gramática lo requiere pero que no tienen jerarquía, por servicio y por dinero. Me veo como un servidor, alguien que proporciona a la sociedad un servicio aún si es en una institución educativa privada y mi trabajo es brindar una edcuación académica que construya personas críticas, autodidáctas y con un nivel cultural que refleje el nivel académico de alguien que está previo a entrar a una carrera profesional.
Oh desilución. La frase clave fue "me veo", y he descubierto algo que seguramente no es el hilo negro ni brindará ninguna herramienta de optimización del proceso enseñanza-aprendizaje, mucho menos hará conciente a quien lo lea. Pero me desahogo. Mi hallazgo consiste en la total carencia de mis alumnos para "verse" en un futuro no mayor a veinte minutos. La mayor parte de ellos no tiene aspiración alguna, ambición o metas, ya no digamos proyectos. Me aventuro a afirmar que no han jugado a "qué quieres ser de grande".
Cuando niño yo quise ser biólogo marino porque tuve algunos libros de peces y fáuna marina que me motivaron a la tierna edad de unos seis años a desear el contacto prolongado con dicho ecosistema. Mi gusto por los dinosaurios me llevó más adelante a anhelar una carrera trabajando con fósiles y así, la idea de ser paleontólogo estuvo en mi mente un tiempo para ser sustituída por la clara noción de ser historietista. Me dediqué en alma y mente a ello varios años para encontrarme con poco talento y un par de callejones sin salida.
Dicha frustración me llevó a un par de vueltas en U y algunos rodeos académicos que me trajeron diversidad de conocimientos aunado aun par de habilidades nada despreciables así como algunas competencias laboralmente inútiles. Todavía hace unos cuantos años mi formación formal académica estaba ya en fases de concretación (mas nunca conclusión) y todo porque quería ser tantas cosas, hacer tantas actividades y al mismo tiempo esclavo de las circunstancias y el predeterminismo en todas sus facetas.
Pero mis alumnos no aspiran a ser alguien, ni quieren hacer algo y están vacíos de sueños en cuanto respecta a su desempeño socio-laboral. No tengo uno solo que sueñe con dibujar una historieta, hacer un filme, grabar un programa de radio y mucho menos escribir un libro, mínimamente un cuento. Dentro de sus seres no habita la ambición (no confundir con la codicia) ni hay imágenes de ellos mismos realizando actos ni complejos ni simples. Aspiran a las cosas más mundanas, groseras y empobrecedoras: a tener dinero, cosas que compraron con él y que la gente les admire por ello.
Eso con los muchachos, las chicas a veces no aspiran ni a tener cosas, muy procupadas en verse bonitas (cuyos parámetros de bonita carecen de marco referencial) y por averiguar si el novio las engaña cuando lo tienen, y de conseguir uno cuando no lo tienen. Estos seres humanos que ocilan entre los 16 y los 18 años no tienen sueños, ni anhelos y tampoco ilusiones. No generan imágenes mentales donde se puedan proyectar haciendo cosas maravillosas -para sí- como descubrir un nuevo dinosaurio o realizar una macroserie de comics de 24 números que desemboque en un filme animado musicalizado con orquesta sinfónica y una banda de heavy metal.
Soy un servidor, doy clases, he estado estudiando toda mi vida de manera formal pero sobre todo informal en donde he podido y como he podido. Aprovechando las oportunidades que me ha presentado el destino en la medida de mi interés y mi energía. Sigo sin soltar algunos de mis sueños de infancia y confío ciegamente en tener más vida que proyectos aún si llegue a viejo y jamás haya podido descubrir un dinosaurio desconocido hasta entonces. Pero es un golpe, en ocasiones muy duro, no poder imbuir a los muchachos de esa fuerza que te motiva a buscar realizar todo lo que imaginas, tenerlo en tus manos, frente a ti y sentirte bien contigo mismo de haberlo logrado para pasar al siguiente proyecto. De la maravilla que es encontrar proyectos no planeados que enriquecen tu vida. De lo hermoso que es "verte" a ti mismo haciendo todo lo imaginable sin sentirse frustrado por no haber viajado 20,000 leguas bajo el mar.
Como tantos otros proyectos seguir a diario intentando que los muchachos tengas aspiraciones es algo que quizá no vea realizado; a pesar de los golpes ocasionales me satisface tener la oportunidad de intentarlo.

viernes, 4 de febrero de 2011

Un país de niños.

Yo no tengo idea de qué es Top Gear, ahora conozco que existe dicho show británico, pero sigo ignorando qué es. Básicamente porque para conocer algo debes tener contacto constante con dicho objeto/sujeto o fenómeno; así que lo primero que atrapó mi atención fue que un clip de menos de tres minutos fuese juzgado de inmediato. Es común que critiquemos sin fundamento alguno, cuando la crítica como ejercicio debe ser un acto de análisis en primer instancia. Para realizar dicho análisis debemos conocer el objeto de estudio, es método científico básico. Asimismo hay que tener un marco teórico, un modelo de análisis y un modelo de interpretación también. De lo contrario se convierte en un acto ambigüo, infundado, basado en conjeturas cuyo único valor es el de la opinión, que merece respeto, pero ninguno que le dé validez crítica.
Pero como dicen los norteamericanos "everyone's a critic", y las opiniones se convierten en teorías de análisis. La TV mexicana está plagada de programas cuyos integrantes se dedican a eso, a dar opiniones y que se ofenden si osas poner en duda sus métodos los cuales si bien son un método no son epistemológicamente validos, es decir, el periodísmo es un ejercicio de la ciencia de la comunicación, así como al complejo proceso de producción mediática y deberían regirse por los principios de dicha ciencia. Sus escuetos acercamientos a la interpretación de hechos son siempre parciales, tendenciosos y adolecen en absoluto de un criterio neutral. Obvio, cuando no haces las cosas seriamente y pones "de tu costal" se convierte en una llana opinión, para citar otro dicho común norteamericano sobre las opiniones "everybody's got one".
México no tiene telediarios, todos de alguna u otra forma ofrecen siempre su "punto de vista" lo que hace realmente complicada la interpetación y manejo de la información recibida. Al menos para quienes queremos la información como datos para aplicarlos a nuestra realidad, precisamente escogiendo el uso y la consecuencia del mismo. Sin embargo no sucede así en nuestro país donde la información es objeto de un regurguitamiento por parte de los "comunicadores" quienes dan siempre un giro de perspectiva sin que ello ofenda al televidente quien parece engullir como pájaro reción salido del cascarón datos muchas veces inñutiles pero con ese toque de "oye deveras, eso está mal" sin que nos den oportunidad de hacer nuestro propio juicio de valor.
La informción que se genera a diaro en el Globo es tal que no podemos sino buscarla para su uso y procesamiento a través de medios alternativos como lo son las ediciones electrónicas de revistas y periódicos que ofrecen su informacón vía el Internet, aunado a un uso pragmático de twitter. Espacios reservados para aquellas personas que quieren depurar el flujo de información que reciben o que sencillamente se senten insultados cada que un conductor de telediario (o peor, de un insulso show de "espectáculos") se indigna porque en un programa de televisión extranjero, que no conoce ni se dignó investigar, se hizo un chiste e inadvertidamente se rompió un protocolo de diplomacia internacional.
Habiendo una crisis socio-política en un país lejano que nos afecta por su repercusión en la bolsa de valores mundial, aunado al enorme impacto en los paradigmas sociales y mediáticos que pueden ser de importante influencia en nuestros propios modelos sociales de usos y costumbres, la agenda mediática mexicana nos tiene viendo una versión editada de una previo clip parcial, de un programa de televisión que no conocemos ni comprendemos en voz de una serie de conductores que se dicen acólitos del trabajo periodístico aun si en realidad parece que tienen sus estudios de televisión en la Ciudad de los Niños y juegan a la producción de televisión y a hacer periodismo.
Más me indigna que los televidentes son, quizá, aún más inmaduros que el trabajo periodístico que se lleva a cabo en las dos principales televisoras del país. Un país con una televisión pueril, cuya audiencia responde a los contenidos mediáticos de países más maduros de manera inmadura a causa de su crasa ignorancia.

El mejor lugar para leer.

El mejor lugar para leer.
Quien no entre al baño con una buena revista o libro ¿a qué entra?