martes, 7 de junio de 2011

Inmortal

Mientras hacía zapping por la televisión en un canal de películas estaba el teñido Colin Farrell interpretando a Alejandro Magno en una escena donde Jared Leto (Hefestión) narraba ciertos pormenores de la conquista y batalla. Por razones inescrutables en mi mente apareció una idea. Inmortalidad.
No la inmortalidad que buscaron los cazadores del Cáliz Sagrado ni los que fueron en pos la Fuente de la Juventud, no; la inmortalidad que buscó Alejandro, que encontró Aquiles, que tiene siempre presente en nuestra mente a Leónidas. Seres imortales que buscaron serlo a través de ser, como diría el inmortal Cyrano, el mejor en todo, o mínimamente el mejor en algo.
Yo mismo me he preguntado si vale la pena el esfuerzo de la vida inmortal, los sacrificios y la lucha. La respuesta es realmente simple: sí. La vida inmortal es el sueño de muchos seres humanos y la única manera de alcanzarla es ser el mejor en algo, ser el mejor en todo... y asegurarte que la mayor cantidad de gente posible lo sepa. Es una lucha diaria por ser excelso, por superar todo lo que nos limita y nos hace comunes. Alcanzar la inmortalidad es dejar atrás lo común.
Humildemente acepto el reto de intentar el logro de esa inmortalidad que sólo un puñado ha logrado. Aceptando que no soy un Beethoven, ni un Julio César y definitivamente menos un Cervantes. Lo que me llena de asombro es cuánta gente lleva a cabo vidas sin sentido, vidas que no serán inmortales (como la mía) pero que ni siquiera entienden ni conciben que se puede llegar a ser inmortal. Vidas sin conciencia de vida. Seres que no son, pero están.
Vidas que respiran pero no tienen alma. Seres que no vivirán ni siquiera en la memoria de sus descendientes porque van por el mundo con una inhercia que recibieron el día que fueron paridos y que les mantiene medio andando, medio haciendo y medio viviendo. Cuando pienso que no todos podemos ser Marco Aurelio e intentar conquistar Germania, recuerdo a mis bisabuelos que viven, inmortales, en mi memoria y en las anécdotas de los actos que llevaron a cabo. Destacados pues su intensión siempre fue vivir la vida, quizá no una vida en grande, Magna, pero sí una con sentido y propósito.
Todos deberíamos pensar que tenemos el potencial de ser alguien, de alcanzar la inmortalidad a través de nuestros actos porque de otra forma ¿para qué vivir? y teniendo esa conciencia nuestros propósitos mejorarían axiológicamente pues nadie quiere llevar una vida inmortal de paria, nadie quiere ser Judas Iscariote ni Herodes Antipas.
Ese es asunto pra otra reflexión filosófica, ya que Judas no tuvo intensiones de ser inmortal ni mucho menos de causarle daño al Maestro, y Hitler realmente creía que estaba haciendo un bien al buscar el progreso del pueblo Alemán (a expensas de otros, claro). de haber vivido Hitler en la época de Alexandros, de Mardonio y Pausanias quizá sería recordado de otra manera. La imortalidad es, también, un capricho de la memoria humana.
Es un riesgo que vale la pena correr, siempre.


El mejor lugar para leer.

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Quien no entre al baño con una buena revista o libro ¿a qué entra?