sábado, 2 de agosto de 2008

Día Zeta Parte X

En la avenida Reforma el caos imperaba a las nueve de la mañana. El choque de la combi de transporte público había atraído muchos curiosos quienes nunca indagaron qué pasaba. No falta nunca quien quiera “echar una mano”, sin embargo esta gente no tiene la más mínima preparación en primeros auxilios y carece de todo conocimiento de protocolos de emergencia. Siempre bien vistos por ser gente con buenas intensiones, son los primeros en hacer mayor el problema al tomar acciones imprudentes, impreparadas. Fue gracias a estos samaritanos y a los mirones que para las nueve de la mañana sólo quedaban unas cuantas personas vivas. La crisis crecía geométricamente. Un señor se encerró en un cajero automático de la Av. Reforma y ahí murió de hambre cuatro días después. El Banco hubiera sido un buen lugar para guarecerse pero los Bancos no abren temprano. Permaneció cerrado y sin brindar protección alguna.
En sólo dos días, de esa mañana de martes, al amanecer del jueves la mitad de la población había sido mordida, atacada o asesinada por error. No había policía, no había bomberos, protección civil ni siquiera se enteró bien de qué había pasado, algunos habían logrado huir de la ciudad, la estación de radio local fue atacada la tarde que comenzó el evento y dejó de transmitir a las 4:23 p.m. y la pequeña camioneta de la televisora que intentó entrar a la pequeña ciudad tuvo que detenerse por la cantidad de vehículos en media calle, por choques imprudentes, ataques, disparos y gente manejando en estado de histeria. A pié fueron atacados a unos metros y caminaban con los demás zombis veinte minutos después. Sólo un helicóptero puedo dar la nota y nunca pudo describir lo que realmente pasaba. Quien se había salvado se había encerrado en su casa. Algunos cometieron el error común de mantener en su hogar un pariente convertido en zombi quien eventualmente terminaba comiéndose a sus cuidadores samaritanos.

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El mejor lugar para leer.

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Quien no entre al baño con una buena revista o libro ¿a qué entra?