domingo, 6 de abril de 2008

Día Zeta parte VIII

De dónde salió la gente que intentaba ayudar al muchacho que era atacado por el chofer de la combi. No menos de seis personas ahora intentaban arrancarle al chofer el cuerpo del joven, a quien le faltaba un ojo y parte de la mejilla. Un señor de gorra azul abrió la puerta del vehículo para intentar ayudar desde dentro, cuando lo hizo el roto cuerpo del niño de secundaria se le echó encima, sus brazos colgando a los lados como una muñeca de trapo. Los sonidos que hacía venían del fondo de su garganta y hacían que se le enchinara la piel a los que lo presenciaron. El señor cayó en la calle con el chico intentando morderlo, notó al tomarlo del cuerpo para evitar el ataque que tenía casi todas las costillas rotas.
El hermano del hombre calvo tomó el palo de escoba y salió decidido a darle una buena lección a esos estúpidos del gas. Encontró lo que quedaba de su hermano en las manos de un hombre con overol y una gorra roja, hacía juego con la sangre que corría por las comisuras de su boca, un segundo individuo al que le faltaba un brazo, arrancaba con las manos un pedazo grande de estómago el pánico rápidamente se convirtió en rabia y comenzó a golpear fuertemente con el palo al individuo de la gorra roja quien no dejó de masticar. De reojo miró dentro del camión, había el cuerpo mutilado de un hombre con una llave perico en la mano. Su ira aumentó, perdió la conciencia y regresó corriendo a su casa dando tumbos. Cuando volvió a salir traía en sus manos una escopeta de cacería.
Lleno de terror el vecino de pantalones deportivos negros encajó el cuchillo profundamente en la espalda del esposo quien masticaba la oreja de la esposa mientras la sostenía firmemente. Ya no había policías, cuatro completamente inutilizados por estos… estos monstruos. Nadie sabía qué hacer, el cuchillo estaba encajado hasta media hoja en la espalda del esposo ¡el extraño del auto había recibido varios disparos y seguía… seguía comiéndose al policía! El chofer de la combi tenía el cuello roto y se había comido al joven de la corbata, el chico de secundaria intentaba morder al señor de la gorra, una muchacha a unas cuadras de ahí se levantaba con la mitad de la cara cayéndose a pedazos, los dos chicos atropellados repentinamente se levantaron —bueno uno se arrastraba ya que tenía las piernas rotas— y buscaban atacar a las señoras gritonas que estaban ahí sin hacer nada pero chillando o balbuceando cosas inútiles como “llamen a la policía”, el comandante de la policía llegaba a su oficina donde no le informaban qué pasaba pues habían perdido contacto con las dos patrullas, la secretaria de la compañía de gas no podía contactar a sus dos hombres del camión 13, en el paradero del transporte público, yacían cuerpos de los choferes, habían sido atacados por los cadáveres de la cruz verde que estaba localizada frente al sitio, personas con la cicatriz en Y fresca en el pecho mordían carne de un moreno de cabello largo. No muy lejos se levantaba una señora godita con el brazo enteramente mordido, roído de hecho y empujaba sin razón aparente en este estado su carrito de tamales, un carraspeo era lo único que salía de su boca. La pequeña ciudad se enteró de que algo andaba mal cuando se escuchó la explosión. Los bomberos no podían creer sus ojos cuando vieron la nube de fuego y humo. Parecía inverosímil que en una mañana normal, un camión de gas hubiera volado en mil pedazos.

2 comentarios:

Manu dijo...

SPM!!, esta parte sí no la había leído, está überchingón, espero haya más partes que 'ora sí volví a quedarme picado.

Luis Alvaz dijo...

sí, ya se tardó la contninuación de la saga.
Bueno, debo decirte que me ha gustado mucho tu relato. Quizá haya algunos detalles técnicos, pero la verdad son mínimos comparados con la capacidad que tienes para determinar las atmósferas.
Lo que más me impresionó es que no tenía idea de que se trataba de un cuento de zombies, hasta un par de entregas antes.
Saludos

El mejor lugar para leer.

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Quien no entre al baño con una buena revista o libro ¿a qué entra?