miércoles, 28 de septiembre de 2011

¿juay the rito?

Esos locos, locos rituales.
La vida de todo ser humano está llena de rituales. Cada uno de estos ritos representa una parte esencial de la psique humana, nos mantiene en una estructura de conducta que reafirma o verifica que somos parte de un colectivo, consciente o inconsciente. Heredado o creado pero además creado con base en rituales establecidos aunque no nos demos cuenta. Religiosos, sociales, familiares, deportivos, académicos y una retahíla muy larga. Nadie escapa a un rito, impuesto o escogido, consciente o inconsciente.
La rebelión.
Muchos nos rebelamos ante esos protocolos por mero espítiru de romper con algo y sentir esa satisfacción de no pertenecer a un grupo donde probablemente hay personas con las que no sentimos tener nada en comín excepto ese rito, o bien sólo porque en determinado momento no significa ya nada para nosotros. Deja de tener sentido realizar ese rito. Este rebelarse suele llegar en la adolescencia o preadolescencia cuando queremos desafiar las costumbres de nuestros padre y profesores, de aquellas figuras de autoridad que, según nosotros, sofocan nuestro ser. Irónicamente muy pocos dejan de celebrar el rito del cumpleaños.
La Cultura.
Es un hecho antropológico que los ritos están para preservar y transmitir una serie de valores. La cultura es un caldo de riqueza humana que se nos transmite de variadas maneras y una de las más importantes es el ritual. Comienza con el desarrollo humano, el crecimiento, los cambios biológicos. La primer palabra, el primer diente y demás asuntos fisiológicos. Luego vienen las convencionalidades del primer día de escuela y subsecuentes experiencias primerizas, los cumpleaños cada año. Habrá quien no les dé importancia, pero ahí están y algunas son indelebles al olvido. Somos seres hechos de recuerdos y el rito se impone en una mezcla de cosas que vemos, que nos enseñan, que vivimos y experimentamos aunado a lo que nos imponen.
La segunda rebeldía.
Cuando eres un joven adulto y la química cerebral se asienta, las características del carácrter y la personalidad se van estableciendo y surge una nueva rebeldía más encausada, consciente. Busca ahora dejar atrás la edad adolescente, siente que su vida tiene propósito y con mejor razonamiento decide qué ritos seguir y cuales desechar. Esta es la etapa más interesante porque de inmediato si el sujeto tiene cierto nivel de inteligencia descartará calquier rito llevado a cabo por los grupos de gente que considere ignorante. En la búsqueda de identidad ahora sin tener que ser reconocido por un grupo pero debe reconocerse a sí mismo como un ser que se define por ciertos elementos, sus rituales incluidos. Pasa, de ser inteligente, de la heteronomía a la autonomía, conciente de quienes le rodean y las miradas que recibe, ignorándolas o tomándolas en cuenta. Dejar un rito es tan importante como adquirirlo (yo no celebré mi cumpleaños varios años).
Los ritos socio-religiosos.
Es lo más normal desechar en primer lugar los ritos religiosos, nuestra inteligencia nos indica que no hay nada que justifique la existencia de una deidad que a ojos vista jamás hace aquello que predican quienes son creyentes. Sumamos el hecho de que la mayoría de las personas que profesan esos actos divinos inexistentes son ignorantes, muchas pertecientes a grupos minoritarios, indígenas, campesinos, gente de la tercera edad y fanáticos que suelen sonar insensatos con sus afirmaciones. Son factores para decidir no seguir con los ritos de una institución a donde se acerca gente que aparentemente carece de sentido común, inteligencia o grado académico. Lo más interesante de esto que escribo, es que en la mayoría de los casos, es absolutamente cierto.
Ritos a fortioris.
Yo voy a la iglesía cada fin de mes de junio. Mi abuela cumple años de muerta y es un rito acompañar a mi madre cada año, quizá porque no estuve junto a ella en la primer misa, cuando murió. No estuve ahí porque pensaba que era absurdo, que no tenía sentido y estaba lleno de gente cuyas ideas me parecían ridículas. Lo sigo pensando, pero iría al rito, por solidaridad. El orgullo intelectual e ideológico no sirve de mucho frente a la tragedia humana.
Fui a las pláticas para Bautizmo porque mi hermana me pidió participar en el rito para mi sobrina. Esa plática la dio un señor común y corriente que sabía poco o nada de teología, que criticó mi Biblia (escogida por razones filológicas) y que nos dijo una serie de cosas que ya no puedo recordar pues en realidad no había un objetivo sólido tras ese ejercicio. Hoy que mi sobrina tiene 16 meses puedo ver la importancia del rito, no el religioso, el rito de ser un segundo padre para ella. Es una responsabilidad que pude haber asumido sin rito. El rito le da valor. No por el rito mismo, sino porque yo lo llevé a cabo.
Ahora me tocó ir con Kim dos semanas a pláticas matrimoinales. Impartidas por una persona que tampoco demostró amplio conocimiento en la Bíblia, o la vida de Jesús, tampoco parecía muy versado en la vida marital. Se confirmaba lo que escribí arriba. En la iglesia a veces se encuentra uno con personas de poco criterio y sin mucho sentido de reflexión. Si hay un Dios, ahí no lo iba a encontrar, se los aseguro. Da miedo ver que hay gente con ideas que a oídos "educados" suenan a supercherías y malas interpretaciones del texto con más posibles interpretaciones en la historia de la literatura.
Abogado del Diablo.
Algo aprendí en esos días y es que el rito no lo hace una comunidad, una institución o un grupo social. El rito lo hace uno. Otra lección aprendida, sin importar qué tan absurdo pueda parecer el rito, que tan trastocado pueda llegar a ser a través de siglos de repetición insensata, el rito cimienta un acto si tú decides que el rito tenga relevancia por el hecho de que tiene tu voluntad detrás de él. Las pláticas matrimoniales fueron una tortura "intelectual", un martirio de malas interpretaciones de la vida de Jesús, de comentarios chabacanos, anécdotas instrascendentes y ceguera social. Pero llevarlas a cabo tuvo sentido. Yo sería igual a quienes dan pláticas si no le encontrara sentido. Sería un obtuso, además de intolerante si no viera con claridad que el rito que voy a realizar con Kim es trascendente.
Hay mucho simbolismo detrás de una boda religiosa, eso es lo que sabemos los que estamos "educados" y los que nos sentimos cultos, porque leìmos un poco, porque somos concientes y por supuesto porque quienes la realizan son todos los mencionados arriba. Bah, uno no es "mocho", ni fanático, no somos de la tercera edad ni parte de una minoría social, algunos ni siquiera creen en Dios, entonces ¿por qué llevarla a cabo?...
Porque construye. Porque da forma, de ahí el concepto "formalizar".
Los que tenemos un poco de educación (académica) sabemos que para que haya fondo debe haber forma. Tenemos un postgrado y ahí leímos a Levi-Strauss, Saussure, Eco, Giraud, Ricoeur y hasta a Baudrillard en cuestiones de Simulacro. Hemos leído tanto, conscientizado tanto, reflexionado años para poder inteligir incluso que no hay un Dios y que todos esos autores bíblicos eran fanáticos religiosos porque no fueron hombres de ciencia como los mencionados pocas palabras antes, quienes saben que la forma lo es todo para que haya significado. Si yo voy a compartir mi vida con Kim entonces ¿requiero de forma alguna?, o nomás nos juntamos y ya. La esencia ahí está, el contenido, el fondo. La sustancia, pues es la del amor, o la del compromiso de mi palabra, de comunicarle lo que siento, el fondo está pues.
Si algo aprendí en unas pláticas mal estructuradas es que el contenido, el fondo, corre el riesgo enorme de derramarse si no hay forma. Formalizar un contrato social, o un enamoramiento, o como le quiera llamar cada grupo según su cultura, adquiere firmeza a través de un rito que le da forma. La formalización de un acuerdo. Más allá de un documento, que nos va a expedir el gobierno mexicano, más allá de un templo y un representante de una deidad de la que algunos dudan y otros profesan sin conocimiento de causa. Más allá de nuestros amigos, creyentes, ateos y anexos quienes estarán ahí para ver dicha formalización. Ese rito, no sólo significa lo que ha significado para una religión que yo no comparto ni ejerzo por completo (por incoherente) pero el rito no es absurdo ¡porque le da forma!
Sí, pero No.
Ritos, rituales. Ver un partido deportivo, obtener un grado académico, un acto de higiene, un acto personal frente a otro, u otros, es un compromiso, por eso es ritualesco, por eso nos brinda seguridad, porque nos hace sentir que el fondo tiene forma, o como diría Giraud, Materia, Sustancia y Forma. Lo importante no es si hay un Dios, tampoco balconear al señor de las pláticas ni a los pobres que estábamos ahí, puedo criticar amplia y largamente la religión organizada y la institución que le representa, pero no tiene sentido pues si estás leyendo esto seguramente ya lo sabes. Todo fue dicho para poder transmitir un mensaje muy sencillo: Haz las cosas bien. Hacerlas bien implica tener un ritual, implica empeñar tiempo, energía (dinero también), voluntad y si no significa nada para ti, si no tiene importancia, lo importante no es en sí el fondo que le dan otros, es la forma, el fondo lo pones tú. Formaliza tu voluntad, tu compromiso.

El protocolo que a veces puede resultar engorroso, que muchas veces está en manos de quienes no lo entienden pero lo repiten ad nauseaum no tiene porque adentrate a un mundo absurdo si lo adentras a tu consciencia y le demuestras a los demás que lo hiciste proque la formalización de las cosas, (el darle forma), es importante. Si tiene forma de triángulo, es un triángulo porque el rito lo forma así, el fondo es el que decidas aún si otros lo quieren determinar, ese se lo das tú, a través del rito.


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El mejor lugar para leer.

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